Huertos urbanos en Tanzania
24 enero, 2019
La agricultura urbana se plantea como la forma de garantizar condiciones de vida favorables en países en vías de desarrollo como Tanzania
Casi el 30% del PIB en Tanzania proviene de la agricultura; por eso, es necesario buscar alternativas en las grandes ciudades para aquellos agricultores y agricultoras que migran a las ciudades en busca de nuevas oportunidades pero que, a la vez, se siguen dedicando al sector primario, como siempre han hecho.
Según el informe de las Naciones Unidas sobre el medio ambiente (2007) se pronostica que para el año 2030 las áreas urbanas del África subsahariana aglutinarán al 50% de la población. Dato que refleja la necesidad de empezar a buscar alternativas a los medios de vida existentes en las ciudades
En Tanzania, si bien es cierto que la mayoría de la población aún vive en zonas rurales, se han registrado en los últimos 30 años un fuerte incremento de la población en el medio urbano que ha ascendido en un 40%. Y, sin embargo, en las áreas urbanas es pobre una cuarta parte de la población.
Este dato se explica debido a que más de dos tercios de la población en este país se dedica al sector agrícola y, al desplazarse a la ciudad en busca de una mejora de su calidad de vida, ha perdido su capacidad de dedicarse a lo que siempre lo ha hecho; la agricultura.
Expertos en agricultura en Tanzania como Louis Labuschagne, director de IPM Real, creen que esto es fácilmente reversible si se pone en marcha la agricultura urbana que ayudaría a asegurar la nutrición y las condiciones de vida favorables de las familias. Se podrían aprovechar terrenos de la ciudad para producir alimentos de manera sostenible con el medio ambiente. De hecho, desde Real IPM, están apostando porque el cultivo en sacos verticales, unidos al correcto almacenamiento de agua de lluvia, el riego por goteo y el compost, pueden aportar muchas soluciones a este problema creciente.
La agricultura urbana cuenta con enormes beneficios ya que el acceso a un huerto hortícola supone que los ciudadanos tengan acceso a alimentos de calidad y cantidad adecuada. Esto se traduce en una población con mejor seguridad alimentaria y, no sólo eso, provoca beneficios económicos al generar más cantidad de productos y puestos de trabajo. Además, el hecho de reducir el número de intermediarios al crear una venta directa se traduce en un aumento de la rentabilidad y a la vez de ahorro en la cesta de la compra de las familias.
Por otro lado, el hecho de poner en marcha espacios en la ciudad, anteriormente infrautilizados, crea un equilibrio medio ambiental al mejorar la gestión del suelo, el agua de lluvia, la biodiversidad y los hábitats.
Por su parte ASF ha localizado en Iringa un número importante de agricultoras y agricultores en el interior de la ciudad que practican agricultura de subsistencia. Por eso, ha comenzado un proyecto basado en el desarrollo de huertos urbanos comunales gestionados por grupos organizados que contribuyan a mejorar los conocimientos y técnicas de la población dedicada a la agricultura. Se pretende que esto sirva para que las propias familias instalen a posteriori un huerto en sus casas en condiciones óptimas, aplicando los conocimientos aprendidos.